¿MÚSICA DE LAS ESFERAS?

Se ha hablado y especulado mucho sobre el tema, y lo cierto es que me ha costado mucho poner por escrito mis reflexiones al respecto. Personalmente, creo que merecen la pena de ser publicadas, pero las dudas persisten.
La reacción inmediata fue compartirlas en el blog, pero después de pensarlo un poco mejor me asolaron ciertas dudas.
Al final, he decidido subir los dos videos responsables de este pequeño dilema para ver que opinan. La próxima semana conocerán mi decisión, mientras tanto, … ¡a divagar! … ¡pero, acá!

OID MORTALES, EL HANG

Paseando por la webera me he encontrado con un nuevo artilugio musical llamado Hang (mano, en dialecto bernés) que parece salido de las cercanías de Roswell. A primera vista parece un plato volador, pero en realidad se trata de un instrumento musical. ¿Qué tiene de especial este instrumento? Básicamente, es un tambor metálico con dos hemisferios (Ding y Gu) soldados por sus bordes.
En el lado Ding hay 8 pocitos que representan ocho notas musicales diferentes y una protuberancia central que tiene un sonido muy parecido a un Gong. El otro lado, el lado Gu, tiene un agujero que permite la resonancia del sonido generado en su interior. Pero no sólo es un instrumento raro, sino que la forma de tocarlo lo hace aún más raro. El Hang se puede tocar de muchas maneras diferentes: con la punta de los dedos, los pulgares o la palma de la mano, o mezclando las tres formas a la vez.
En general, el Hang se sitúa en las piernas del músico, pero también se puede tocar apoyado en cualquier superficie. Dicho así, parece que este nuevo artilugio pudiera servir solamente para hacer cacerolazos, pero no es así. Su sonido es mucho más que eso porque nos transporta a otros mundos, porque toca una cuerda sensible dentro de nuestros corazones, . . . porque hoy me dió la paz que necesitaba. Por eso sólo, el Hang merecía este post.
Lo mejor es que lo escuchen para que saquen sus propias conclusiones.


Sólo hay un instrumento más avanzado que el Hang: el “ser humano” , pero éste esta hecho con “tecnología divina”.

40.000 A.C.

En una ocasión, me hallaba entregado al cálculo de cuántos huesos humanos deberían fosilizarse para que una especie de un futuro lejano nos dedicara un capítulo importante en el libro de la vida. Unos pocos cálculos bastaron para despejar algunas dudas que tenía. Por ejemplo, sólo para ponerle un nombre a nuestra especie, estos imaginarios seres necesitarían encontrar un esqueleto completo, es decir 206 huesos.
Si tenemos en cuenta que sólo un hueso de cada mil millones llega a fosilizarse, eso equivaldría a una población de unos mil millones de humanos.
Pero hay otro problema, esos 206 huesos estarían repartidos aleatoriamente por todo el planeta, ¿cómo habría que unirlos para construir el primer esqueleto de nuestra especie, ya extinta? Ni que decir, si tuvieran que hablar de nuestros comportamientos. ¿Cuántos fósiles más se necesitarían para llegar a determinar que éramos la especie dominante del planeta?, ¿cómo saber si hacíamos música?, ¿y con qué instrumentos?
¿A qué apunta todo esto? Simplemente a tener una mirada más prudente sobre el pasado. A veces, la realidad suele ser un castillo de arena. 
Esto viene a cuenta de una noticia donde se aseguraba haber encontrado el instrumento musical más antiguo. Enseguida, mi hemisferio cerebral izquierdo pensó, ¡no, no puede ser una flauta! Sin embargo, a medida que fuí leyendo la nota, todo fue encajando a la perfección.
La flauta se había encontrado en un yacimiento de Hohle Fels (Alemania) y tendría una antigüedad de 35.000 a 40.000 años, lo que indicaba que nuestros inicios como seres musicales databan de mucho antes de lo que pensábamos. Aparentemente, su creador la habría construido a partir de un hueso de buitre gigante. En ese momento me asaltaron varias preguntas: ¿quién había sido el creador? y lo más importante, ¿era realmente una flauta?, ¿cómo diferenciar entre un hueso mordido por un carnívoro y uno intencionalmente agujereado?, ¿era para hacer música o para atraer a los animales de caza?
Sus 21,8 centímetros de longitud y sus cinco agujeros alineados descartaba la hipótesis de que estos orificios eran naturales, es decir, provocados por la mordedura de un animal. Por otro lado, ¿para qué hacer algo tan complejo como una flauta, si para cazar bastaba con un simple silbato? Así que las evidencias parecerían apoyar la hipótesis que se trataba de una flauta, aunque todavía no se haya podido experimentar con una réplica y escuchar las siete notas diferentes que, en teoría, podría emitir. Supongo que debería sonar muy parecida a una flauta de pastor, la más simple de todas.
Nos queda saber quién fue su creador: ¿Cromañones o Neandertales? Lamentablemente, los materiales encontrados en la cueva de Hohle Fels nos dicen que allí vivieron Cromañones.
De hecho, los Cromañones son miembros de nuestra propia especie “Homo sapiens” y apenas se distinguen de nosotros, los humanos modernos. Pienso que habría sido más estimulante descubrir una flauta hecha por las manos de un Neandertal.
Realmente, es una pena porque nosotros ya sabemos de sobra que contamos con capacidades para la música, pero, ¿y los demás homínidos?, ¿carecían del sentido musical?, ¿lo tenían, pero no dejaron prueba de ello?
Mientras tanto, el misterio subyace y se torna más hondo cuando a continuación nos preguntamos: ¿cuándo apareció la capacidad para la música, si resulta difícil encontrar evidencias reconocibles de expresiones musicales como la percusión sobre estalactitas, huesos o troncos y si no hay forma de documentar la aparición del canto?
Tal vez, esa sea la razón por la que el registro fósil falla a la hora de dar respuestas  acerca de la evolución de la música y de la aparición de nuestra especie.
¿Darwinismo o Creacionismo?, ésa es la cuestión, musicalmente hablando.

+{Mi música favorita}


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Me llamo Mario Alberto Taborda y soy el creador de este blog. Soy Bioquímico, especialista en Ensayos y Control de Métodos y Profesor Superior en Bioquímica. Vivo en Rosario (Argentina).