40.000 A.C.

En una ocasión, me hallaba entregado al cálculo de cuántos huesos humanos deberían fosilizarse para que una especie de un futuro lejano nos dedicara un capítulo importante en el libro de la vida. Unos pocos cálculos bastaron para despejar algunas dudas que tenía. Por ejemplo, sólo para ponerle un nombre a nuestra especie, estos imaginarios seres necesitarían encontrar un esqueleto completo, es decir 206 huesos.
Si tenemos en cuenta que sólo un hueso de cada mil millones llega a fosilizarse, eso equivaldría a una población de unos mil millones de humanos.
Pero hay otro problema, esos 206 huesos estarían repartidos aleatoriamente por todo el planeta, ¿cómo habría que unirlos para construir el primer esqueleto de nuestra especie, ya extinta? Ni que decir, si tuvieran que hablar de nuestros comportamientos. ¿Cuántos fósiles más se necesitarían para llegar a determinar que éramos la especie dominante del planeta?, ¿cómo saber si hacíamos música?, ¿y con qué instrumentos?
¿A qué apunta todo esto? Simplemente a tener una mirada más prudente sobre el pasado. A veces, la realidad suele ser un castillo de arena. 
Esto viene a cuenta de una noticia donde se aseguraba haber encontrado el instrumento musical más antiguo. Enseguida, mi hemisferio cerebral izquierdo pensó, ¡no, no puede ser una flauta! Sin embargo, a medida que fuí leyendo la nota, todo fue encajando a la perfección.
La flauta se había encontrado en un yacimiento de Hohle Fels (Alemania) y tendría una antigüedad de 35.000 a 40.000 años, lo que indicaba que nuestros inicios como seres musicales databan de mucho antes de lo que pensábamos. Aparentemente, su creador la habría construido a partir de un hueso de buitre gigante. En ese momento me asaltaron varias preguntas: ¿quién había sido el creador? y lo más importante, ¿era realmente una flauta?, ¿cómo diferenciar entre un hueso mordido por un carnívoro y uno intencionalmente agujereado?, ¿era para hacer música o para atraer a los animales de caza?
Sus 21,8 centímetros de longitud y sus cinco agujeros alineados descartaba la hipótesis de que estos orificios eran naturales, es decir, provocados por la mordedura de un animal. Por otro lado, ¿para qué hacer algo tan complejo como una flauta, si para cazar bastaba con un simple silbato? Así que las evidencias parecerían apoyar la hipótesis que se trataba de una flauta, aunque todavía no se haya podido experimentar con una réplica y escuchar las siete notas diferentes que, en teoría, podría emitir. Supongo que debería sonar muy parecida a una flauta de pastor, la más simple de todas.
Nos queda saber quién fue su creador: ¿Cromañones o Neandertales? Lamentablemente, los materiales encontrados en la cueva de Hohle Fels nos dicen que allí vivieron Cromañones.
De hecho, los Cromañones son miembros de nuestra propia especie “Homo sapiens” y apenas se distinguen de nosotros, los humanos modernos. Pienso que habría sido más estimulante descubrir una flauta hecha por las manos de un Neandertal.
Realmente, es una pena porque nosotros ya sabemos de sobra que contamos con capacidades para la música, pero, ¿y los demás homínidos?, ¿carecían del sentido musical?, ¿lo tenían, pero no dejaron prueba de ello?
Mientras tanto, el misterio subyace y se torna más hondo cuando a continuación nos preguntamos: ¿cuándo apareció la capacidad para la música, si resulta difícil encontrar evidencias reconocibles de expresiones musicales como la percusión sobre estalactitas, huesos o troncos y si no hay forma de documentar la aparición del canto?
Tal vez, esa sea la razón por la que el registro fósil falla a la hora de dar respuestas  acerca de la evolución de la música y de la aparición de nuestra especie.
¿Darwinismo o Creacionismo?, ésa es la cuestión, musicalmente hablando.

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Me llamo Mario Alberto Taborda y soy el creador de este blog. Soy Bioquímico, especialista en Ensayos y Control de Métodos y Profesor Superior en Bioquímica. Vivo en Rosario (Argentina).