LOS COLORES DE LA MÚSICA

No todas las melodías son iguales. Algunas son monótonas, otras parecen una mezcla de sonidos aleatorios y por suerte, las más, nos resultan agradables.
¿Algo que no sepamos? ¡Sí, bastante! De la misma manera que salimos de vacaciones para descansar y disfrutar de los bellísimos paisajes de la Argentina, también exploramos, sin saberlo, cualquier melodía.
Esto sucede porque nuestro cerebro ha aprendido a reconocer el mundo a través de sus formas. Pero no todas las formas son de naturaleza visual, como podríamos pensar. El mundo que nos rodea es mucho más rico de lo que nos imaginamos.
Por eso, el cerebro utiliza más de un sentido para reconstruir el mundo que está afuera de nosotros.
Más de una vez nos pasa que adivinamos el final de una melodía que nunca antes habíamos escuchado. ¿Porqué sucede esto? La respuesta es que ésta tiene una forma auditivamente reconocible.Y esta forma reconocible de la música está en su estructura, una estructura que va más allá de los géneros musicales.
Pongamos, entonces, manos a la obra. Si analizamos cualquier melodía en función de su espectro de frecuencias podemos encontrar tres tipos de música: blanca, rosa y café.
En la música de espectro blanco (su nombre proviene de la analogía con la luz blanca, que contiene todos los colores con igual intensidad), las notas están puestas completamente al azar y no tienen relación alguna entre ellas.
El espectro resultante sería una gráfica donde la intensidad del sonido (eje y) es prácticamente la misma en todas las frecuencias (eje x).

Espectro de música blanca
Si escucháramos este tipo de música, la encontraríamos poco interesante, sin ningún patrón o forma.
En el otro extremo, la música de espectro café (en analogía al movimiento browniano), cada nota y su duración dependen mucho de las notas anteriores.
El espectro café tiene regiones en las cuales las intensidades caen o suben abruptamente.
Espectro de música café (brown)
Luego de escuchar un poco de esta música, el resto nos parecería completamente previsible y por ende, poco interesante.
Entre estos dos extremos se ubicaría la música de espectro rosa (en analogía con la luz roja, que contiene todos los colores, pero el rojo con mayor intensidad).
En este tipo de música, las notas y su duración nos sorprenden, pero también podemos "adivinar" su forma. El espectro de las mismas suele ser una curva suave, donde las intensidades van disminuyendo a medida que aumenta la frecuencia.
Espectro de música rosa
Curiosamente, la gran mayoría de las composiciones musicales que nos gustan son las que poseen un espectro rosa. Dicho de una manera más sencilla, para que una melodía nos guste debe tener cierto orden que la haga comprensible, pero un orden tal, que no la haga completamente previsible.
Desde luego, saber esto no nos asegura el éxito de una composición musical, de la misma manera que una ecografía no nos permitirá saber qué será nuestro nietito Lautaro cuando sea grande. 
Sólo es un pequeño paso para empezar a entender la música.
Nota: Cada uno de los espectros de las melodías que se escuchan en este post fueron obtenidos mediante un software de edición de audio digital (Cool Edit Pro 2.0).

MÚSICA IRRACIONAL

Cada vez que atravieso la puerta que da a mi biblioteca, mi mente parece sumergirse en un mundo totalmente diferente al resto de mi casa.
La primer pregunta que me asalta es, ¿por dónde empezaré hoy?
La elección parece difícil, ¿cómo llegar a buen puerto en un mundo de
infinitas rutas? Así, un libro me lleva hacia otro hasta que, por algún motivo incómodo e inesperado, me siento arrojado violentamente contra mi cuerpo. Por lo menos, hoy pude terminar de leer “Universos Paralelos” de Max Tegmark de un sólo tirón y vaya que me hizo pensar.
El planteamiento de Max es muy original. Para los que no lo conocen, Max Tegmark es un cosmólogo que trabaja actualmente en el famoso
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Max plantea un cambio profundo en la manera de concebir nuestro mundo. Por un lado, tenemos la visión aristotélica (la más aceptada actualmente) que nos dice que existe una realidad física y que las matemáticas son el lenguaje más adecuado para describirlas. Por otro lado, tenemos la visión neoplatónica de Max Tegmark, en la cual el universo no se describe con matemáticas, ¡es matemáticas! Casi que me la creo. Después de todo, las matemáticas tuvieron una influencia dramática en el descubrimiento de la antimateria, incluso en la música.
Así, la escala musical es el resultado de un largo proceso de aprendizaje matemático sobre las notas.
Veamos. Es un hecho bien conocido que al pulsar una cuerda de bajo se obtiene un sonido (una nota) que depende de la longitud de la misma.
¡Pero un momento, las cuatro cuerdas de un bajo tienen la misma longitud!, ¿porqué no suenan iguales? Bueno, en primer lugar, las cuerdas del bajo (y guitarra) tienen un núcleo hexagonal al cual se le envuelven cables de acero. Cuánto más gruesa sea una cuerda, más “larga” será su “longitud” y por tal motivo, sonará distinta. En segundo lugar, los trastes del mástil de un bajo amplían la gama de sonidos. ¿Cómo? El secreto está en presionar un traste para “acortar” la cuerda. Así, podemos obtener cuerdas cada vez más cortas (sin destruir la original) y distintos sonidos a medida que nos acercamos al puente. Ejemplifiquemos:
¿Pero que hay de las matemáticas? Qué todos los instrumentos están fabricados teniendo en cuenta ciertas proporciones matemáticas simples (escala musical), lo que asegura que obtengamos un sonido armónico.
Voy un poco más lejos. De acuerdo a lo que hemos visto hasta ahora, podríamos pensar que sólo los números racionales (aquellos que se pueden expresar como una fracción de dos enteros) parecerían tener musicalidad. 
Pero si las ideas de Max Tegmark fueran ciertas, debería existir un territorio aún no explorado por la música, el campo de los números irracionales (aquellos que no pueden expresarse por una fracción).
A primera vista parece imposible. Si nosotros (excluido Pitágoras, por supuesto) intentáramos encontrar la nota correspondiente a Pi, no podríamos hacerlo porque los números irracionales no pueden expresarse como una fracción. Sea como fuere, la música basada en números irracionales (tal vez, creada por otros seres del Cosmos) sonaría extraña y desafinada, por lo menos para los humanos.
Así que por ahora, me voy a tener que conformar con escuchar la canción de Pi. Jajaja

UNA CANCIÓN PARA EL MUNDO

Cuando a Lionel Richie le propusieron hacer una canción para el grupo USA for África (United Support of Artists for África) no pudo imaginar toda la repercusión que tendría.
Tal vez, pensó que el desafío no era muy diferente al que le había planteado su primer canción para “The Commodores” o al de su lanzamiento como solista. Pero en cualquiera de los casos, parecía ser un desafío posible. “The Commodores”, aquel grupo que parecia prometer vida eterna, nos había dejado canciones como ésta:

 
Pero cuando un grupo hace que alguno de sus integrantes se exponga más, hace también que la gente lo valore más. En esos casos, la ruptura es inevitable porque te empezás a preguntar, ¿de quién gusta la gente, del grupo o del individuo? La gente eligió a Lionel (incluso el papá de Messi)
Tantos éxitos acumulados parecían representar un desafío fácil para hacer una canción más, pero la perspectiva era muy diferente.
USA for África intentaba reeditar el éxito que había obtenido la banda británica Band Aid (que al igual que las conocidas vendas intentaba curar una herida) un año antes.
La idea era la misma, formar un grupo de músicos famosos con el objeto de recaudar fondos para Etiopía, por ese entonces, asolada por una fuerte hambruna. Hacer una canción para el mundo implicaba muchas cosas, llegar a un público más amplio y diverso que el de Estados Unidos y a la vez, que gustara a sus 45 compañeros de grupo. El resultado fue: “We are the world”, una hermosísima canción compuesta junto a Michael Jackson y producida por el legendario Quincy Jones.
La tarea era titánica, convocar a todos los músicos en una única sesión de grabación y Quincy supo estar a la altura de las circunstancias. No había mucho tiempo para memorizar la canción (las partituras en el video dan testimonio de ello) ni para dar rienda libre a los egos (ya lo había advertido Quincy al cursar las
respectivas invitaciones: “dejen su ego en la puerta”). Cada cantante tenía su nombre escrito en el suelo del estudio de grabación.
Primero se grabaron los coros y después los solos, en el siguiente orden de aparición: Lionel Richie, Stevie Wonder, Paul Simon, Kenny Rogers, James Ingram, Tina Turner, Billy Joel, Michael Jackson, Diana Ross, Dionne Warwick, Willie Nelson, Al Jarreau, Bruce Springsteen, Kenny Loggins, Steve Perry, Daryl Hall, Huey Lewis, Cyndi Lauper, Kim Carnes, Bob Dylan, y Ray Charles.
“We are the world” ganó los premios Grammy de la “Canción del año”, el “Disco del año” y la “Mejor actuación de un grupo Pop”.
El desafío había sido superado, pero no completamente para Lionel Richie, aquel cantante nacido en la tristemente conocida Tuskegee. Lionel había puesto todo su corazón y toda su creatividad para una función humanitaria, y eso, también se logró.
25 años después, “We are the world” volvía a escena. El 12 de enero de 2010 un terremoto de magnitud 7 sacudía Haití dejando, según estimaciones, más de 200.000 muertos y alrededor de un millón de personas sin casa. Ahora, era Haití la que necesitaba ayuda.
De nuevo Quincy Jones como productor, con la producción ejecutiva de Lionel Richie y el músico haitiano-americano Wyclef Jean, reunieron a artistas como Justin Bieber, que abre el vídeo, Miley Cyrus, Nick Jonas, Akon, Kanye West, Barbra Streisand, Tony Bennet, Celine Dion  y Enrique Iglesias.
Es una verdadera lástima que la historia dé más prensa a las guerras que a estas manifestaciones de solidaridad y a las grandes contribuciones de artistas y científicos. Son muchas preguntas y casi todas decisivas. Ustedes seguramente se harán otras más relevantes.

+{Mi música favorita}


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Me llamo Mario Alberto Taborda y soy el creador de este blog. Soy Bioquímico, especialista en Ensayos y Control de Métodos y Profesor Superior en Bioquímica. Vivo en Rosario (Argentina).