¡ESOS GUSANOS DE OĺDO!

Desde hace unos días vengo tarareando, algunos menos silbando, tres canciones que no me puedo sacar de la cabeza. Son de esas melodías que, por mucho que pase el tiempo o por muy débiles que sean los recuerdos, siguen sonando como un iPod dentro de mi mente.
La situación es ésta: salgo a la calle y enseguida se dispara el playlist. ¿Qué canción sonará hoy?, ¿será el soundtrack especifico para este día?
Una cosa está clara, sea la melodía que fuere, ésta empieza a abrirse camino en mi mente hasta apoderarse completamente de mi voluntad. Es como si el cerebro necesitara completar de algún modo la canción. No nos conformamos con los tres o cinco minutos que dura el tema, deseamos más y más.
De momento, podríamos decir que la melodía es la responsable de este comportamiento típicamente infeccioso. De hecho, y vale la pena remarcarlo, no se cantan letras sino notas. Esto es así, porque en general se crea primero la melodía y se deja para el final la letra, de tal modo, que cada nota termina siendo reemplazada por una sílaba. Un detalle a tener en cuenta es la cercanía de las notas. Cuanto más cercanas estén unas de otras podremos formar palabras como se muestra en el siguiente ejemplo:

 
Si las notas están más separadas que en el ejemplo anterior, tendremos que alargar el sonido de las sílabas como en la canción Michelle de los Beatles:    
Ya se habrán dado cuenta porqué es más fácil hacer canciones en inglés.
Ahora bien, ¿qué parte de la estructura de una melodía la hace más infectiva? Veamos, la estructura básica de una canción es: verso-estribillo-verso-estribillo, lo cual reduce las posibilidades a solo dos componentes. En el primero, el verso o la estrofa, se nos cuenta de que se trata la canción. Sabemos que algo va a pasar, pero no sabemos qué ni cuando, lo cual genera cierta tensión, tensión que será resuelta en el estribillo, donde la melodía se encuentra en el punto más alto e intenso, donde se libera toda tensión. La mente, ahora puede descansar. Eso significa lisa y llanamente que una parte de nuestro cerebro ha sido subvertido por el estribillo, agente musical cognitivamente contagioso, que a partir de este momento buscará perpetuarse ad infinitum. Escuchen este tema:
Si después de terminar esta canción te encontrás tarareándola, lamento decirte que te he transmitido uno de mis gusanitos de oído, perdón, agentes musicales cognitivamente contagiosos (AMCC).
Un buen ejemplo de AMCC es la melodía del "Cumpleaños Feliz" que fue pensada por dos maestras en 1893 como canción para dar los buenos días en su clase y terminó siendo una de las canciones más cantadas en el mundo entero, además de ser una de las primeras canciones que aprendemos de chicos. 
En síntesis, cuando una canción funciona es porque la melodía funciona, especialmente el estribillo.  
Pero hay otra razón más importante por la que he traído el tema de los gusanillos de oído. Hace poco leí un artículo muy interesante sobre los priones. ¿Se acuerdan?, el agente infeccioso responsable del “mal de las vacas locas”. Por demás está decir que no son virus, sino, para disgusto de los biólogos, simples proteínas.   
¿Qué pasaría si les dijera que nuestra mente está, en realidad, hecha de priones?
 ¡No, no estoy diciendo que todos estamos locos! A ver, ¿cómo es esto? Bueno, así como hay un colesterol “malo” y uno “bueno” (permítanme la simplificación extrema) hay un prion “malo” y otro “bueno”. 
Lo que sucede es que la atención estuvo puesta en los primeros, hasta ahora, por las razones anteriormente mencionadas. Lo realmente novedoso de este estudio es que nuestra mente podría depender de un mecanismo similar para producir los recuerdos, y en última instancia, para construir nuestra propia identidad.
Así que cuando te topés con una canción pegajosa, probablemente en alguna parte profunda de tu cerebro, proteínas similares a los priones (o proteínas prionoides) estén reclutando proteínas “buenas” para que sigan infectando otras neuronas y otros cerebros.
La lección más importante de todo esto es que cuando la naturaleza parezca mostrarnos una de sus caras (buena o mala) tengamos en cuenta que existe invariablemente la otra.
¿Quién dijo que los priones y los virus producen sólo enfermedades? Ja,ja,ja!!!

2 comentarios:

Cecilia Navarro dijo...

Muy buena la explicacion!! Me encata cuanto aprendo aca...y eso que para mi, como para la mayoria la musica es todo sensaciones, todo tiene un porque....

Mario Taborda dijo...

Gracias Cecilia por tu comentario. Para mí, también es como vos decís. Me gusta mucho la música, aunque a veces me gane la parte analítica. Sucede que la música va mucho más allá de los sentidos, está en la naturaleza misma de las cosas como pensaba Pitágoras.
Saludos.

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Me llamo Mario Alberto Taborda y soy el creador de este blog. Soy Bioquímico, especialista en Ensayos y Control de Métodos y Profesor Superior en Bioquímica. Vivo en Rosario (Argentina).