LA SINCRONICIDAD DA LA NOTA

No soy de los que hacen de cada post una especie de big bang, sólo escribo sobre cosas cotidianas que, de algún modo u otro, están conectadas con la música. Pero hoy, he decidido correrme algunos centímetros del camino trazado en este blog. La razón: una hermosísima frase que he encontrado revisando mis anotaciones. Bueno, en realidad no sé si la encontré yo o me encontró ella a mí. Tampoco sé si era causa o efecto, así que ha quedado debidamente guardada “en el frigorífico de las verdades a la espera de una mejor comprensión de su significado”. Lo importante es que me ha hecho reflexionar, ¡y cómo!
Estoy convencido de una cosa, no somos totalmente concientes de todo lo que nos pasa en la vida, siempre habrá grietas desconocidas en nuestras mentes.
¿Esto nos debe paralizar? No, de ninguna manera, esto es apenas un punto de partida; intuyo que hay más cosas en la realidad de las que podamos ver o imaginar. No estoy hablando de átomos ni de cosas que se le parezcan, estoy hablando de la mente, aquel recipiente donde la realidad va tomando forma y donde lo inverso también hace lo suyo.
En este sentido, podría citar varios ejemplos que contradigan la frase hallada. Sin embargo, hay algo en ella que resuena en mi mente como una de esas verdades que están más allá de la lógica, como una verdad latente esperando encontrarse con nosotros. Podría decirles, sin temor a equivocarme, que esa frase fue para mí como una especie de piquete al corazón. Sí, algo más o menos así. Recuerdo que estaba de guardia en el Laboratorio Central del Hospital del Centenario cuando la escuché por primera vez. Realmente, no eran buenos tiempos los que estaba viviendo, pero ahí estaba ese personaje inesperado, un paciente alcohólico, ofreciéndome lo poco o lo mucho que la calle le había enseñado.
Pocos minutos de conversación con él bastaron para convencerme de que mi ex novia era: “la espina con la que había tenido que pincharme para poder alcanzar la rosa”. Demás está decir que ya hace más de 24 años que estoy con ella (no hablo de mi ex novia ni de "La Rosa", hablo de mi esposa). Ahora bien, ¿qué grado de verdad tiene esta frase?
Dado que no hay experimento alguno que pueda reproducir lo que estoy diciendo, me tengo que refugiar obligadamente en aquella realidad de la que tanto hablaron Pauling y Jung: la sincronicidad.
Pienso, que en ese momento se creó una alineación entre mi paciente, mi esposa y yo, algo tan metafórico como decir que el sol sale todos los días por el este, pero no por eso menos cierto. Y me pregunto, ¿cuántas cosas hemos experimentado que jamás podrán alcanzar el estatus de “verdad científica”? Sabemos que un fenómeno termina siendo cierto cuanto más veces se repite, en cambio, una sincronicidad tiene que ver más con las experiencias singulares. Digo singulares porque tienen sentido sólo para la persona que las experimenta. Uno, es el que dota de significado a la propia experiencia. ¡Y sí, . . . nos equivocaremos!, pero ¿qué puede decir aquel que no formó parte de mi experiencia?, ¿qué recuerdos podrían evocarle una canción como ésta ?



¿Y esta otra?



Agrego una pregunta más a la lista, ¿será que uno tropieza con lo que está buscando o es uno el que es encontrado por aquello sobre lo que pone su atención?
Repasen sus experiencias y después me cuentan. No se sugestionen, las sincronicidades no existen. Simplemente, aún no somos capaces de concebirlas con nuestras mentes pequeñas.
Au revoir, mes amis.

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Me llamo Mario Alberto Taborda y soy el creador de este blog. Soy Bioquímico, especialista en Ensayos y Control de Métodos y Profesor Superior en Bioquímica. Vivo en Rosario (Argentina).