METAMORFOSIS MUSICAL

Morris Albert
Era una noche cualquiera (no pidan precisiones a mi edad) y sólo cinco para la  ocasión: un libro abierto, la pava sobre el fuego, una pobre radio herida en servicio y yo. ¡Uy!, me olvidaba del mate, valga la redundancia. Entonces, sucedió lo inimaginable. La voz del locutor se oyó fuerte y segura. Un juez había condenado a Morris Albert por plágio. Sí, la canción "Feelings" había sido oficialmente declarada por la Suprema Corte de California como plágio. ¿Cómo podía ser, si yo no había escuchado nada parecido ántes? Después de todo, una canción como ésa no podía ser el resultado de un simple plágio. Claro que todo es relativo y muchas veces el oído suele jugarnos malas pasadas, especialmente a mí.
¿Coincidencias?, ¿pensamientos paralelos?, ¿plágio no intencional?¿Y porqué no? ¿Porqué debería conocer un autor todas las obras musicales?, ¿sólo para saber si comete un delito o no?¿Acaso la música popular no es el arte de la redundancia?
Veamos lo que dice Keith Richards a este respecto: “Hay una sola canción en el mundo, y la escribieron Adán y Eva”. Si esto es cierto, al menos en el arte, no se inventa nada. Esto viene a advertirnos, que en el arte se crea o se inventa a partir de lo que otro ya hizo antes (redundancia: se crea o inventa lo nuevo). Nada se crea en un vacío cultural. Todo sufre una metamorfosis. Platón es cierto porcentaje de Sócrates, Einstein de Newton y así sucesivamente. Como decía Jung: "Nacemos originales y morimos copias" ¡Qué le vamos a hacer!
De cualquier manera, no debe ser nada fácil darle continuidad a la obra de un maestro, aunque eso signifique imitarlo en cierta medida.  Pero para copiar a un grande y ser grande a la vez, hay que tener un talento similar, sino recordemos el caso de “Come together”. A pesar de que John Lennon había tomado prestada una frase de un tema de Chuck Berry, se le exigió una reparación económica y moral.
Más sonado fué el caso de “My sweet Lord”, que le hizo perder a Harrison, nada más ni nada menos, que un millón de libras esterlinas. La demanda a Harrison había sido por plágio no intencional (¿hmmm?) por el parecido con “He’s so fine”. Lo más gracioso fue que al concluir el juicio, el juez comentó: “En realidad, las dos canciones me gustan”. ¿Qué….? ¿Cuáles dos?
Está claro que no está bien copiar . Y eso es lo que le podemos reprochar a Morris Albert y a tantos otros músicos.
Aún así, sigo pensando que el valor de una canción como “Feelings” no viene de su similitud o de su diferencia con otras, sino de los sentimientos que provoca al escucharla.
Si hablamos de metamorfosis, “Feelings” seguirá siendo para mí la mariposa y “Pour toi” el gusano del cual surgió.

2 comentarios:

Mario Taborda dijo...

A modo de epílogo:las primeras notas de “Feelings”son las mismas que las de la canción “Pour toi” compuesta por el francés Loulou Gasté en 1956. Pero aquí no termina la cosa,según un historiador rosarino, "Feelings" sería un plágio de la zamba "Tierra gaucha" de Lito Bayardo, lo que por simple carácter transitivo nos remite nuevamente a la conclusión de Keith Richards.
Por eso, cuando te pregunten por el autor de una canción, no estaría demás agregarle un: "por ahora".

María Methol dijo...

¿Cuáles dos? Calculo que uno puede apropiarse de la obra de otro y redefinirla sin que esto sea plagio. Seguramente se trataba de una nueva canción, ya alejada de la original. Quién sabe... Saludos Mario, siempre es un gusto leerte. Beso.

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Me llamo Mario Alberto Taborda y soy el creador de este blog. Soy Bioquímico, especialista en Ensayos y Control de Métodos y Profesor Superior en Bioquímica. Vivo en Rosario (Argentina).